jueves, 28 de febrero de 2013


La GrinWeek, del 11 al 15 de febrero

Estos días en la GrinWeek, con las intervenciones de Fernando Trujillo, David Álvarez, Esteban Romero y Daniel Torres, han sido días de aprendizaje e iniciación a, por decirlo usando el tópico, todo un mundo de posibilidades. Cada uno se refirió a un aspecto específico e inevitablemente conectado con el aspecto que trataban los demás, ya que estamos en un entorno, el de la web social, donde han quedado rotos los compartimentos estancos y el formalismo institucional que han venido caracterizando tradicionalmente el conocimiento humano. Para mí, estos serían los aspectos que me han resultado más novedosos y me han suscitado mayor reflexión y nuevos proyeIctos de actividad.

En primer lugar, la distinción entre educador push y educador pull que propone Fernando Trujillo  (o educador que abre la puerta del conocimiento hacia dentro y, por lo tanto dificulta su salida, y el educador que la abre hacia y por lo tanto facilita su salida), es bastante sugerente. Cada uno representa dos modelos de profesorado distintos: el primero parte de una visión compartimentalizada del cerebro y del tiempo de aprendizaje, considera que lo importante es la abundancia de contenidos, habla para que le escuchen y se procese esa información, da preeminencia del texto escrito, dotado de autoridad, evalúa mediante examen, y no invita a participar en el aula a otras personas. Es un modelo tan arraigado en nosotros, que surge intuitivamente. En cambio, el profesorado pull no distingue entre proceso de aprendizaje/escucha y enseñanza/habla, sino que propicia situaciones que los mezclan y trata de romper la compartimentalización que caracteriza el modelo anterior. No utiliza la convención ni la tradición y crea nuevas normas de funcionamiento de la clase, generando situaciones para trabajar en equipo, de manera cooperativa. Esta estructura cooperativa es el modelo más adecuado para responder a los problemas variados y cambiantes que debemos resolver los seres humanos en la época de la globalización, donde se han roto las barreras entre especializaciones y donde se demandan otras herramientas y habilidades aparte de los conocimientos teóricos y los casos de laboratorio. Dinamismo, creatividad, improvisación, colaboración, capacidad de aprendizaje autónomo, son algunas de las cosas que deberían acompañarnos de cara a los nuevos retos que tenemos que enfrentar. Sin embargo, muy pocas personas están preparadas para aceptar este nuevo modelo, que no es parte de nuestra tradición y, por lo tanto, suele despertar el recelo de que así no se aprende nada.

El segundo aspecto que se ha tratado en la GrinWeek y que me ha resultado muy interesante ha sido la noción de Personal Learning Environment (PLE) o entorno personal de aprendizaje. Se trata de un concepto relativamente nuevo, cuyos presupuestos vienen impulsados por personajes como Georges Siemens (que considera que conocer es estar posicionado en una red). Desarrollado durante la sesión de David Álvarez, se define como el conjunto de competencias, dispositivos o relaciones que nos permiten conocer de manera autónoma y resolver problemas. Considero que esta noción ayuda a implementar el proceso de aprendizaje, haciéndonos conscientes de la manera, herramientas, ámbitos o elementos que usamos cuando aprendemos. También permite percibir el aprendizaje como un proceso continuo que no se detiene nunca. Tal vez sea algo característico de nuestro cerebro. Conectada a la noción de PLE está la de Personal Learning Net (PLN) o red personal de aprendizaje. El ejercicio que nos propuso Álvarez de dibujar nuestro propio PLE me permitió hacerme consciente de mi entorno personal de aprendizaje, pero sobre todo, de conocer, cuando trataba de describirlo, cómo puede incorporarse la red 2.0 a ese entorno, usando las herramientas que en ella se han desarrollado para buscar información, filtrarla, organizarla, generar contenidos, compartirlos y comunicarme y participar con otras comunidades. Por lo demás, obtuve esta valiosa información en un ejercicio de aprendizaje colaborativo, en el que otros asistentes a esta sesión de la GrinWeek fueron enumerando y explicando esas herramientas.

En la intervención de David Álvarez oí también por primera vez hablar del proyecto Facebook, los aprendepaisajes y la edupunk. Esta última expresión fue acuñada por Jim Goom en 2008 y Leslie Madsen Brooks la ha definido como aprendizaje centrado en el estudiante, según sus intereses que se hacen relevantes en la sociedad digital, aun a veces renunciando a las tecnologías digitales. Según Álvarez, podemos encontrar un ejemplo de este tipo de aprendizaje en el Centro San Walabonso, en Niebla (Huelva). Todos estos conceptos y procesos de aprendizaje, nuevos para mi, se enmarcan en una visión más informal y volátil del conocimiento, sometido a constantes actualizaciones y reciclajes, y controlado por los propios aprendices, que conecta claramente con la educación pull de la que hablaba Trujillo.

A estos contenidos y métodos volvió a referirse Esteban Romero en su sesión, que él planteó a partir de una sugerente idea que le inspiró la última obra de Chris Ware, Building Stories. En un primer momento, esta idea me evocó las propuestas dadaístas del libro artefacto. Creo que este universo de aprendizaje que se ensambla con la red 2.0, la cual a su vez se desarrolla a partir de las demandas, necesidades y retos que ese universo le lanza, está muy conectado con aquella etapa de la humanidad, a principios del siglo XX, cuando se pretendía romper con el racionalismo individualista, al que se consideraba periclitado e insuficiente, y que fue el mismo racionalismo que inspiró la Ilustración, la codificación e incluso las declaraciones de derechos. Su insuficiencia mostró su agotamiento, y la necesidad de idear nuevas fórmulas de expresión y desarrollo del conocimiento humano, al margen del racionalismo. El problema es que algunas propuestas alternativas a la ortodoxia del racionalismo y a la autoridad de los maestros, se tradujeron en un excesivo énfasis en el sentimiento, la tradición prerracionalista –organicista, costumbrista, folclorista, religiosa-, que mostró sus excesos en propuestas políticas como los fascismos. Creo, no obstante, que las propuestas actuales, en el seno de una inteligencia colectiva que no sea concebida como masa inarticulada y anónima sino como conjunto de personas diferenciadas que reflexionan conjuntamente sobre todo lo imaginable en red, de manera pacífica y aceptando ciertas normas básicas en esa interacción, no tienen ese riesgo; o si lo tienen, parece que es en menor medida.

El tercer elemento que resultó nuevo para mí fue el de Design Thinking, que se concibe como un proceso de búsqueda conjunto de soluciones a problemas sin seguir el patrón clásico, que se erigen en prototipos y se evalúan. A este tema se dedicó la sesión conjunta que dieron Esteban Romero y David Álvarez. Naturalmente, la sesión se orientó a una breve presentación de esta metodología y su puesta en práctica, para aprender haciendo. Nos dividimos en distintos grupos, por afinidades temáticas, y elaboramos un proyecto de innovación educativa, siguiendo esa metodología del Design Thinking. La propuesta de seguir construyéndolo en un entorno colaborativo como el wiki del GrinWeek, ha sido otra oportunidad para iniciarme en un ámbito del que había oído hablar pero nunca había utilizado.

Por último, unas palabras sobre la intervención de Daniel Salinas. Ya lo conocía de otras conferencias que había dado sobre temas como el impacto de las revistas científicas, pero siempre se aprenden cosas nuevas con él. En la medida en que, como parte del profesorado de la UGR, también me dedico a la investigación, su sesión me resultó de sumo interés, como impagable su kit básico de supervivencia para adentrarse en las relaciones entre la ciencia y la web 2.0. Con bastante sencillez, que no significa falta de rigor, mostró la superabundancia de revistas y otras publicaciones científicas que caracteriza el ámbito de la investigación, las posibilidades que a este mundo ofrece la web 2.0 y, más específicamente, la web social, apuntando cómo influir su uso en el mismo desarrollo del conocimiento, y más específicamente, en la medida del impacto de las revistas científicas. Este aspecto me resultó particularmente interesante, ya que trabajo en un ámbito de conocimiento, el jurídico, dominado por la tradición y las autoridades, no sólo la de la ley o la jurisprudencia sino la de la propia doctrina científica (repárese, por favor, en la manera de denominar la producción teórica en el ámbito jurídico).

Compartiendo estas sesiones de la GrinWeek, he descubierto un proyecto y una red de trabajo fundamental para el futuro del conocimiento, y más en particular, de la propia Universidad (puede que sea incluso su única oportunidad, ante la crisis económica, social y política que enfrentamos). Propone tiempos, espacios y modos de trabajo colaborativos que son, además, una esperanza para que el conocimiento no siga creciendo de espaldas a las demandas sociales.


Mi más sincero agradecimiento.

PLE


Dice David Álvarez que un PLE es un Personal Learning Environment o, para hispanoparlantes, un entorno personal de aprendizaje. Nos cuenta que se define como el conjunto de competencias, dispositivos, herramientas y relaciones que permiten conocer de manera autónoma y resolver problemas. En sí mismo, apunta David, un PLE no es una herramienta sino un enfoque de aprendizaje autónomo que no es individualista, ya que se desarrolla entre pares e incide, por lo tanto, en la aportación de la gente que forma parte de la comunidad en la que se desarrolla ese aprendizaje. Es decir, no estamos solos ni solas en el espacio del conocimiento. David nos invita a pensar en cómo es nuestro PLE y nos dice que tengamos en cuenta una posible tipología. Y es que hay PLES orientados a las herramientas, PLES orientados a la acción, PLES orientados a la red (es decir, a los contactos y relaciones interpersonales), y PLES que son un híbrido de todas esos aspectos.

Sin duda, el enfoque del PLE da un nuevo significado a aquella declaración de Descartes, que podría parecer un tanto solipsista: “pienso, luego existo”. Cuando, ya en el siglo XX, Heidegger dijo que la existencia consiste en el estar-en-el-mundo-que- comprende, se dio un paso más en la apreciación del entorno de conocimiento y en cómo influye en quien conoce el propio objeto que se quiere conocer –en fin, el mundo. El enfoque del PLE concreta ese mundo hedeggeriano, y esa experiencia racional cartesiana, en personas, herramientas, métodos, objetos y entornos variados, formales e informales. Pero no es un toto revolutum: es la honesta aceptación de la complejidad del conocimiento humano que no renuncia sin embargo a articularla.

Ser conscientes de esta circunstancia nos embarca en una expedición por espacios tangibles pero también intangibles. Por esta razón, pensar en cuál es mi entorno personal de aprendizaje me hace sentirme como aquellos expedicionarios de tierras ignotas, especialmente como los que recorrieron los Polos -aunque este sentimiento se debe a alguna razón que aún no he conseguido encontrar-. Reconozco que desplazarse por un PLE no es tan peligroso ni tan frío, sin embargo, siento que me produce la misma fascinación, la misma sensación de maravilla que debieron sentir esos expedicionarios cuando preparaban su viaje, cuando surcaban aquellas aguas heladas y quedaban atrapados en el hielo, cuando caminaban penosamente por aquella superficie blanca, avanzando frente a las terribles ventiscas, sorteando las profundas grietas del hielo y los crestones que tan misteriosamente elevaban aquellos terrenos. No creo que hubieran podido conseguirlo si no se hubieran apoyado unos en otros, si no hubieran puesto al servicio del grupo todos sus conocimientos, todas sus habilidades, toda su imaginación e intuición.

Sí, ya lo sé, estas expediciones sólo son una metáfora, y una metáfora muy extrema, de lo que podría ser un PLE, pero creo que sirven bastante bien a esta función evocadora que cumple una metáfora, porque en ellas confluyen el clima, el mar plagado de bloques de hielo que emergen de un fondo abisal, el espacio abierto y sin horizonte, una flora y fauna ignotas, dignas de un relato lovecraftiano, las estrechas tiendas de campaña, el ruido de los elementos, las provisiones y el peso del cargamento calculados al detalle y repartidos estratégicamente por toda la nave, las habilidades y conocimientos ya aprendidos, los utensilios con los que aquellos se desarrollan y aplican, la intuición y la necesidad de adaptar todo ese bagaje (como por ejemplo, unas simples cerillas) a condiciones de supervivencia muy duras, a los cambios repentinos de climatología, a la noche que dura meses, o a la emoción indescriptible de presenciar una aurora boreal. Ciertas crónicas cuentan que en aquellas expediciones se trabó contacto con la población local, sin cuyos conocimientos los expedicionarios no hubieran podido sobrevivir. Este aspecto no se ha enfatizado lo suficiente, pero tal vez no puede esperarse otra cosa de una época en la que el conocimiento sólo era conocimiento científico formalmente adquirido en ciertas instituciones de cierta parte del mundo.

El caso es que, no he podido dejar de representar mi PLE, que podría clasificarse entre los de tipo híbrido, como si fuera el mapa de una tierra ignota que, sin embargo, me gustaría tanto conocer. En ella hay sobre todo ámbitos, espacios falsamente delimitados porque no hay estabilidad en esta tierra ajena al tiempo geológico. En ella hay grietas, elevaciones de terreno que surgen de un día para otro y me obligan a dar un rodeo para bordearlas o a escalarlas sin mirar hacia abajo. Hay canales que arrastran, de un lugar a otro, materiales, contenidos y herramientas, y cambios bruscos de temperatura que congelan o licuan el entorno y todo lo que contiene. Hay también algunos espacios cerrados que son los pequeños refugios del lugar de trabajo, los lugares de encuentro con colegas y amigos, una vivienda con sus habitantes y todas sus habitaciones. Hay un bolígrafo que ni siquiera es mío y un bloc de notas lleno de información tan vital como prescindible, la televisión y la radio encendidas, y un ordenador conectado a la web 2.0. Hay conocimientos aprendidos en la infancia que están sobreviviendo a todos los inviernos. Y hay días de trabajo agotador por los que debo avanzar empujando yo misma el pesado trineo de la burocracia.